Publicado en DZoom el 30-12-2019:

Todos lo hemos hecho y muchos lo siguen haciendo: enfocar primero y reencuadrar después. Sin embargo, esta práctica nos llevará inevitablemente a obtener fotografías desenfocadas, sobre todo si estamos trabajando con profundidades de campo bastante escasas. ¿No sabes por qué?

En el artículo de hoy lo vamos a ver claramente con croquis y ejemplos, para que no solo evites enfocar y reencuadrar sino que lo evites sabiendo las razones por las que no hay que hacerlo.

El Autoenfoque de Nuestra Cámara

Ya te hablamos hace un tiempo sobre los diferentes tipos de enfoque automático que tiene nuestra cámara. Además de los diferentes sistemas técnicos que usa cada cámara para enfocar correctamente, también suelen tener diferentes modos, que podremos ir cambiando dependiendo de la situación, como por ejemplo:

  • AF de zona automática: La cámara detecta automáticamente el centro de interés y selecciona el punto de enfoque más cercano.
  • AF de zona dinámica: El usuario elige manualmente el punto de enfoque, pero la cámara enfoca basándose en la información obtenida de los puntos de enfoque circundantes si el sujeto abandona brevemente el punto seleccionado. Útil con sujetos en movimiento.
  • AF de punto único: El usuario selecciona el punto de enfoque y la cámara enfoca únicamente el sujeto del punto de enfoque seleccionado. Útil con sujetos estáticos.

Por norma general, las cámaras vienen configuradas por defecto en el primer modo: la cámara analiza la escena y es ella misma la que decide qué punto debe enfocar. Sin embargo este modo de enfoque puede fallar a menudo, sobre todo si la zona que queremos enfocar del encuadre no está situada al centro o no destaca especialmente.

Es en estos casos sobre todo, cuando después de que la cámara haya elegido mal el punto de enfoque, decidimos hacer uso de esta desafortunada «técnica»: enfocar y reencuadrar. Como la cámara no está eligiendo el punto que quieres porque no está centrado, lo que haces es centrarlo en el encuadre para que la cámara lo enfoque correctamente. Después, vuelves a reencuadrar para colocar ese elemento de nuevo en su sitio, y disparas.

Sin embargo, esto puede darnos sorpresas muy desagradables en múltiples ocasiones. Y lo peor de todo es que muchas veces no nos daremos cuenta en el momento, porque desde la pantalla de la cámara, al ser tan pequeña, no se aprecian bien los desenfoques ligeros. Así que imagínate qué decepción llegar a casa, descargar tus fotos al ordenador y descubrir que en muchas de ellas el centro de interés ha quedado desenfocado por culpa de enfocar y reencuadrar.

¿Quieres saber por qué ocurre esto? Te lo explicaré fácilmente con croquis y ejemplos.

¿Por Qué No Debemos Enfocar y Reencuadrar?

Cuando enfocamos un punto de nuestro encuadre, en realidad lo que estamos creando es un plano de enfoque. Esto significa que no solamente estaremos enfocando ese punto, sino que estaremos enfocando toda la línea paralela a nuestra cámara que está a la altura de este punto.

Además de ese plano de enfoque, es cierto que también percibiremos más espacio enfocado a lo ancho, es decir, por delante y por detrás de este plano de enfoque. Toda esta área por delante y por detrás del plano de enfoque que percibimos como nítida es la profundidad de campo, y podrá ser más amplia o más estrecha, dependiendo de factores como la apertura de diafragma, la distancia focal o la distancia hasta el sujeto. Recuerda que estos factores son los que determinan que la profundidad de campo sea más amplia o más escasa.

Y es por eso que la «técnica de enfocar y reencuadrar» a veces funciona y a veces no, porque dependerá mucho de con cuánta profundidad de campo estemos trabajando. Pero vamos a verlo fácilmente con unos esquemas y ejemplos prácticos, para que se entienda mejor.

Vamos a ver primero qué estamos haciendo exactamente cuando enfocamos y reencuadramos, con un sencillo esquema.

En el primer dibujo hemos centrado a nuestro sujeto en el encuadre para poder enfocarlo automáticamente, y se ha creado un plano de enfoque paralelo a nuestra cámara, representado por la línea continua roja. Esto significa que todo lo que esté sobre esta línea aparecerá enfocado en nuestra fotografía.

En el segundo dibujo se puede observar que al reencuadrar, la línea del plano de enfoque también se mueve, ya que siempre estará paralela a nuestra cámara. Sin embargo, si te fijas, esta línea del plano de enfoque no queda exactamente a la misma altura que antes. Si bien en el primer dibujo queda a la altura del ojo del sujeto, al reencuadrar se queda por detrás del ojo, a la altura de las orejas. Así pues, al reencuadrar hemos perdido el punto de enfoque que realmente estábamos buscando.

No obstante, al ser una diferencia leve, si estamos trabajando con una profundidad de campo amplia no vamos a notar que los ojos quedan desenfocados, ya que igualmente aparecerán nítidos. Pero si, en cambio, estamos usando una profundidad de campo escasa, los ojos sí se quedarían fuera de la zona nítida que hay por delante y por detrás del plano de enfoque. Lo verás fácilmente con otro croquis.

Como ves, estamos viendo el mismo esquema que antes, pero con la profundidad de campo representada por una franja verde. Si trabajamos con una profundidad de campo amplia, la zona nítida por delante y por detrás del plano de enfoque abarcará más espacio, y por lo tanto al enfocar y reencuadrar no notaremos que los ojos del sujeto se quedan desenfocados.

Pero mira lo que pasa si trabajamos con una profundidad de campo escasa. En el segundo croquis la franja verde es muchísimo más estrecha y, en este caso, los ojos del sujeto sí se quedan fuera de ella. Esto quiere decir que, en este caso, los ojos de nuestro sujeto quedarían fuera de esta zona nítida y, por tanto, aparecerían desenfocados en la fotografía.

Un Ejemplo Práctico

Ahora que ya conocemos la teoría, vamos a aplicarla a la práctica. Voy a simular en la realidad el mismo ejemplo que estábamos viendo en el punto anterior con los esquemas.

Quiero disparar una fotografía de mi modelo en el tercio derecho de la fotografía, pero el autoenfoque de mi cámara no acierta a enfocarle a él. Así pues, me he girado para centrar al sujeto en el encuadre y he pulsado el botón de disparo hasta la mitad para enfocarle. Ahora que está centrado, mi cámara sí lo ha enfocado correctamente.

A continuación, sin soltar el botón de disparo (que tengo a medio pulsar para mantener el enfoque que acabo de realizar), reencuadro de nuevo para volver a situar a mi sujeto en la posición que quería: en el tercio derecho del encuadre. Finalmente termino de pulsar el botón de disparo para realizar la fotografía.

He realizado esta misma acción con dos configuraciones de cámara diferentes.

1. Profundidad de campo amplia: 1/60 seg. – f/8 – ISO 1600

Primero he cerrado el diafragma para conseguir una profundidad de campo amplia. Como puedes ver en el recorte, los ojos de nuestro modelo aparecen nítidos aunque hayamos usado la técnica de enfocar y reencuadrar.

Sin embargo, normalmente en fotografía de retrato lo que se busca es aislar al sujeto del fondo, haciendo que este último aparezca desenfocado. Y para ello necesitamos reducir la profundidad de campo.

2. Profundidad de campo escasa: 1/60 seg. – f/1.8 – ISO 100

Así pues, he vuelto a repetir el mismo proceso que antes, pero en esta ocasión he abierto al máximo el diafragma y he bajado la ISO para compensar esa gran entrada de luz y conseguir una exposición adecuada (recuerda el triángulo de la exposición y la ley de reciprocidad).

Como puedes ver en el recorte, ahora los ojos de nuestro sujeto no han quedado enfocados del todo, se nota una ligera falta de nitidez. Esto es porque en realidad el enfoque ha recaído un poco más atrás, a la altura de sus orejas. Si te fijas en el siguiente recorte, se observa que la zona del pelo cercana a la oreja aparece más nítida que los ojos del modelo. Esto es porque al reencuadrar el plano de enfoque ha caído ahí en lugar de en los ojos.

Una Alternativa Segura: Usa los Puntos de Enfoque

Ya has visto los problemas que puede causar la técnica de enfocar y reencuadrar, sobre todo cuando trabajamos con profundidades de campo escasas. Pero por supuesto, no nos queremos quedar aquí, queremos dar un paso más allá y ofrecerte una solución.

Por norma general (a no ser que fotografíes sujetos en movimiento), el modo de enfoque automático que mejor te va a venir es el de punto único, es decir, en el que tú eliges manualmente un punto de enfoque usando las flechas o el joystick de tu cámara, y entonces ella ya lo enfoca automáticamente. Así conseguirás que la cámara enfoque exactamente el punto que realmente quieres enfocar y evitarás tener que enfocar y reencuadrar.

Con este modo de autoenfoque, el encuadre se realiza primero y, una vez ya lo tengas claro, será el momento de elegir el punto que mejor encaja sobre tu centro de interés. Una vez elegido manualmente el punto de enfoque adecuado, solo quedará enfocar y disparar. Un método mucho más seguro y fiable.

Es cierto que las cámaras de iniciación disponen de un menor número de puntos de enfoque que los modelos más avanzados, pero suelen estar distribuidos de manera inteligente por el sensor, abarcando los puntos más interesantes a nivel de composición de una fotografía. Así pues, normalmente siempre te será fácil encontrar un punto de enfoque que quede cerca del punto que quieres enfocar. Quizás tengas que reencuadrar ligeramente, pero al ser tan poquito no tendrás los problemas de enfoque que hemos visto antes.

Un Ejemplo Práctico

Hemos aplicado este método de enfoque al ejemplo práctico que veíamos antes. Como se observa en la siguiente representación, elegí el punto de enfoque que más cerca quedaba de los ojos del modelo.

Como puedes ver en la siguiente foto, así sí conseguimos una nitidez excelente en los ojos de nuestro modelo aunque esté a un lado del encuadre, porque hemos elegido manualmente el punto de enfoque que quedaba sobre su ojo.

¿Y Tú Cómo Enfocas?

Ahora que has visto mediante esquemas y ejemplos por qué falla la técnica de reencuadrar y enfocar, seguro que ya has decidido abandonarla. Es una «mala costumbre» que solemos adquirir al principio, cuando estamos aprendiendo a usar nuestra cámara, principalmente por dos razones:

  1. Porque la cámara viene configurada para enfocar automáticamente el punto que le venga en gana, y al principio no tenemos mucha confianza como para ir adentrándonos en los menús de la cámara, por lo que intentamos adaptarnos a lo que hay en vez de plantearnos que puede cambiarse.
  2. Porque normalmente empezamos con el objetivo de kit, que no nos ofrece la posibilidad en muchas ocasiones de poder reducir la profundidad de campo lo suficiente como para que la técnica de reencuadrar y enfocar falle. Así que como conseguimos una buena nitidez, creemos que es una técnica que funciona bien siempre.

Sin embargo, en el momento de ampliar el equipo es cuando nos damos cuenta de que esta técnica nos está dando problemas. Cuando llega el día en que compras un teleobjetivo, o una focal fija como un 35 o un 50 mm. es cuando adviertes que algo está fallando con el enfoque, e incluso a veces pensamos que es el propio objetivo el que funciona mal. Así que si estás teniendo estos problemas, asegúrate de estar enfocando correctamente.

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