Publicado en XatakaFoto el 14-5-2020:
Es una de las fotografías más famosas de los tristemente famosos años de la Gran Depresión. Once hombres sentados en una viga en lo alto de un rascacielos en el momento del almuerzo. ¿Es real o es una composición? No se sabe mucho de su origen pero ha generado mucha literatura y leyenda a su alrededor. Hoy lo único que nos queda de ella es un negativo de cristal roto y la duda de su autoría.
El mundo estaba sumergido en una de las crisis más graves que ha conocido el hombre moderno. La caída de la bolsa en el 29 había arrastrado a todo el mundo. Poco a poco en las ciudades fueron levantando, con ayuda de las grandes fortunas, numerosas construcciones y edificios para crear empleo… Una de las empresas más importantes fue la creación del complejo Rockefeller Center de Nueva York, un conjunto de 14 edificios en el centro de la gran ciudad.
Y en el piso 69 del edificio RCA, un fotógrafo subió con su cámara de placas de cristal para inmortalizar a 11 obreros en el momento del almuerzo. Con un detalle importante, estaban sentados en una viga a más de 200 metros de altura. Sin ningún arnés de seguridad a la vista y como si estuvieran sentados en el parque con sus familias.
Esta instantánea se publicó por primera vez el 2 de octubre de 1932 en el New York Herald Tribune. Y como ocurre demasiadas veces, sin firma. Así que es imposible saber de primera mano quién es el autor de una de las fotografías más famosas de la historia. Hoy en día se considera anónima pero ha sido atribuida a dos autores a lo largo de sus 90 años de historia.
El negativo de cristal roto
El negativo se conserva. Lo tenía la agencia Corbis, que ahora pertenece a Visual China Group y que está asociada con Getty Images para los derechos de imagen fuera de China. Un pequeño lío.
Lo más curioso es que el negativo está roto, partido por la mitad. Es una negativo grande de cristal que en algún momento se cayó. Así que lo que vemos ahora está siempre retocado. Seguro que circula un perfecto archivo digital del que se hacen todas las copias que circulan por el mundo.
La fotografía suscita mucha dudas. ¿Es una fotografía real? ¿Es un posado? ¿Estamos viendo a obreros o son acróbatas contratados por el mismísimo John Davison Rockefeller Jr para promocionar uno de los proyectos más importantes de esta famosa familia?
A juzgar por las numerosas imágenes que se conservan de aquellos años en los que la seguridad del trabajador brillaba por su ausencia, estoy casi convencido de que fue una moda… Incluso hicieron películas cómicas sobre el tema. Todos querían hacer una fotografía que promocionara y animara a la población. Hoy todos nos llevaríamos las manos a la cabeza.
No podemos olvidar que en la construcción de los grandes rascacielos está calculado que murieron más de 400 obreros en menos de 10 años. A lo mejor era una forma inocente de mostrar que no pasaba nada. Puede que solo fuera para promocionar la construcción… ¿quién sabe?
Es una fotografía de una calidad impresionante. La exposición es perfecta, no hay nada quemado ni subexpuesto. Y la nitidez que tiene permite distinguir hasta el más mínimo detalle. Muchos se preguntaran cómo es posible. Simplemente por el tamaño del negativo y el objetivo utilizado.
En los años 30 la cámara de placas por excelencia era la Graflex. Era un modelo profesional muy voluminoso pero de una calidad fuera de dudas. Las placas de esta cámara miden aproximadamente 13×20 cm. Cuesta imaginar hoy en día hacer un solo disparo a pulso, sin la ayuda de un trípode, pero viendo cómo trabajaban estos hombres y mujeres sin vértigo no queda ninguna duda de que no les temblaba el pulso.
La autoría de la imagen
La fotografía es anónima. Como hemos señalado antes, ha tenido dos autores. En primer lugar se atribuyó a Lewis Hine, el fotógrafo que permitió abolir el trabajo infantil gracias a su trabajo. Por aquel entonces trabajaba documentando la construcción de otro importante edificio, el Empire State Building. Como se terminó en 1931 muchos pensaron que siguió trabajando en las alturas.
Más tarde, en 2003 la familia del fotógrafo Charles Ebbets aseguró que el disparo era suyo. De hecho se llegó a celebrar una fiesta con una gran impresión de la imagen en el mismo edificio en el que se realizó el disparo. Pero con el paso del tiempo las dudas han aumentado y hoy en día se habla de cuatro fotógrafos como posibles autores (los dos nombres que faltan son William Letwich y Thomas Kelly). Un lío mayúsculo que ha llevado a declararla anónima.
En el fondo da igual… Es una imagen impactante. Puede que sea una argucia publicitaria. Puede que el peligro que desprende no fuera tal porque debajo tenían un piso totalmente terminado y el uso de la perspectiva y el punto de vista nos hacen sentir que bajo sus pies está el vacío…
De todas formas esa fotografía es una auténtica temeridad. No tiene sentido arriesgar la vida de 11 personas para una imagen. No creo que estuvieran ahí por placer. Hay otras fotos muy parecidas en las que parece que están echando una siesta.
En aquellos años empezaba la prevención de riesgos laborales. Y es un ejemplo perfecto de la locura del hombre. Con el paso del tiempo las cosas cambian y hay que contemplarlas desde esta perspectiva. Es una fotografía que habla de un tiempo pasado que esperamos que no se repita.
De todas formas podemos ver un documental estrenado en 2012 llamado ‘Men at lunch’ donde cuentan toda la historia oculta de una fotografía que no deja de fascinarnos. Ahí puede que encontremos las respuestas a nuestras dudas. Pero os aseguro que cuando termine solo conseguiréis más preguntas. Es una época fascinante en todos los sentidos de la que parece que nos hemos aprendido nada. Y este disparo estará siempre ahí como recuerdo de aquella época.