Publicado en Photolari el 7-5-2020:
Por Ángel Pérez Meca. Cuando comenzó la crisis sanitaria por la COVID-19 me dediqué a cubrir la realidad que pasaba a mi alrededor desde una narrativa de actualidad: las calles vacías, los hospitales llenos, la tristeza en torno a los hospitales de campaña y las realidades que diariamente nos asolan a través de los medios.
Al editar los reportajes, al verlos publicados en grandes medios nacionales e internacionales como The Guardian o The Telegraph no paraba de pensar en que faltaba algo.
Fue tras fotografiar el gran hospital de IFEMA, al volver a casa, cuando nació el proyecto Covid Fighters. Quería ir más allá de los hechos para llegar a las personas que los protagonizaban.
Me di cuenta de que lo más enriquecedor de estas fotografías no era captar el momento exacto de las lágrimas de una enfermera en la puerta del Hospital de Móstoles a las ocho mientras todos los vecinos le aplaudían, sino acercarme a enseñarle la foto y que me contase su historia, sus preocupaciones y, sobre todo, sus esperanzas de vencer al coronavirus.
El rostro de los que luchan contra el virus
Mi historia particular está muy marcada por el COVID-19: mi pareja es técnico de laboratorio en un hospital, tengo familiares muy cercanos que son grupo de riesgo y amigos íntimos que han sufrido la pérdida de trabajo en el mejor de los casos y de familia en el peor.
Y como yo, son miles de personas las que conocen el rostro de la lucha contra el coronavirus: el de las personas que tienen al lado.
Por esto nace Covid Fighters, una iniciativa a través de la que quiero descontextualizar la acción: me da igual si la persona pone vacunas o da extremaunciones, si cose mascarillas y batas o es voluntaria de una ONG para dar comida a quien no tiene.
Me interesa si se llama Claudia, Alberto, Cristina o Mercedes. Me interesan sus miradas cargadas de esperanza. Ver a mi familia, a mi pareja, a mis amigos en sus ojos y que, cuando ellos reciban la fotografía, se reconozcan a sí mismos. No por lo que hacen, sino por quienes son.
Quiero poner un rostro simbólico a los profesionales de cualquier sector que durante la crisis pelean, conviven y trabajan con el virus. Personal sanitario, auxiliares, policía, voluntarios, técnicos…
Detrás de cada puesto hay una persona. Y detrás de ella, una historia. Con el proyecto, pretendo dar visibilidad tanto en medios de comunicación como en redes sociales a todas las funciones de esos héroes anónimos que han plantado cara al virus tal.
Con cada retrato que se suma, ponemos el foco sobre una historia nueva. Es una persona más que lo da todo por ayudar a frenar la pandemia, y también, un nombre propio más en lo que este proyecto pretende convertirse: un gran muro donde se reflejen todos esos profesionales y que perdure como archivo gráfico en el tiempo.
El making-of del proyecto
Visualmente cada retrato descontextualiza del entorno al retratado para darle mayor énfasis al fotografiado, que es a quien se quiere poner en valor. Tanto al individuo, por la historia personal que encierra, como de manera colectiva por el grupo de profesionales al que puede representar.
Para mi era importante que, pese a ser reconocibles los oficios o sectores, las personas fuesen lo fundamental y destacado. Por eso utilizo un fondo negro con 3 tipos de pose: mirando directamente a cámara, interpelando al espectador; mirando a un punto superior, con una pose cuasi soñadora; o mirando a un punto inferior, con un aspecto más reflexivo.
Técnicamente, para lograr el mismo ambiente, sea cual sea el escenario utilizo un fondo negro portátil y dos flashes autónomos que me permiten montar un “estudio” allá donde me dejen fotografiar a cada persona.
En cuanto a la luz, busco una iluminación suave, pero que resalte los volúmenes. Para ello en la luz principal uso un octabox de 90 cm y lo sitúo a la izquierda del retratado, alto y picado. En la luz de contra uso un strip de 20×90 cm (ambos modificadores con grid) que queda situado en el lado contrario que la luz principal. Esto me crea una iluminación sencilla que da un ambiente íntimo al irse perdiendo muchas veces el retratado en la penumbra de la luz.
Organizar cada sesión no es fácil. De por sí, un proyecto de este tipo suele conllevar las típicas complicaciones de agenda y disposición de los propios retratados. Esto, sumado a que los hospitales gestionan su propia comunicación con prensa y que la vorágine de la pandemia tenía a todos los profesionales centrados en salvar vidas, hacía casi imposible conseguir un hueco.
Pero en ese casi está la oportunidad que andaba buscando. Respaldado por un medio local, en el que publicaba cada semana, me puse en contacto con la directora de comunicación del hospital donde comencé el proyecto y le hice llegar algunas de mis publicaciones sobre los aplausos en medios de fuera de España.
El primer paso
Tras varias semanas intentándolo conseguimos una respuesta: nos daban acceso al hospital para los retratos en un cambio de turno si fotografiaba a un profesional de cada departamento del centro. En total cuarenta personas, para el especial que el periódico les había prometido hacer sobre el proyecto. Por supuesto era lo que estábamos buscando. Así comenzamos.
Dar el primer paso siempre es lo más difícil y una vez cuentas con algo que mostrar todo suele ser más sencillo. Lo que de verdad me sorprendió fue la verdadera disposición de los profesionales fuera de las grandes urbes.
Haciendo un reportaje sobre los médicos rurales me descolocó lo “fácil” que fue acompañarles durante una consulta, una visita a domicilio o incluso el seguimiento de una residencia con casos de COVID-19 donde tuvimos que trabajar con EPIS, mientras que en las grandes ciudades se nos denegaba sistemáticamente el acceso a consultas, UCIS, hospitales, etc.
Por el momento sigo trabajando para que el proyecto crezca. Aunque pase la crisis son muchas personas a las que quiero fotografiar y ojalá sean muchas más las que quieran aportar su granito de arena.
Ángel Pérez Meca es fotoperiodista profesional desde 2015. Puedes conocer más sobre su trabajo y proyectos en su web.