Publicado en Fotolarios el 5-12-2019:
Hoy vamos a aprender sobre la atmósfera en la imagen, su aparición en la Historia del Arte y sus aplicaciones y técnicas en Fotografía, todo ello en un didáctico e inspirador artículo escrito por mi colega y excelente fotógrafo
Iván Morán.
Supongo que ya te habrás dado cuenta de que, en esta ocasión,
el autor del artículo no soy yo, Carlos Larios; esta vez es mi amigo Iván Morán la persona de la que vamos a aprender muchísimo (me incluyo).
Hace tiempo me dio a leer un artículo que tenía prácticamente listo sobre la atmósfera en fotografía, me pareció tan completo e interesante y con una excelente selección de obras (tanto históricas como fotos de su autoría) que le propuse publicarlo en este blog.
Él aceptó, lo adaptó y ahora tengo el placer de presentártelo (es que encima el tío es tela de majo).
Iván Morán es un excelente fotógrafo, estudioso de la composición y administrador (junto conmigo y otros compañeros) del gupo de Faceboook de José Benito ‘El lenguaje del arte‘. Profesionalmente, se dedica a la fotografía de arquitectura y de interiores y, en su apartado de obra de autor, ha realizado varias exposiciones de gran éxito debido a la enorme calidad de su trabajo, parte del cual puedes ver en su página de Facebook y en algunos de los ejemplos que ilustran este artículo.
Ya me habrás leído alguna vez decir lo importante que es la Historia del Arte (concretamente de la Pintura) para la Fotografía y lo mucho que una disciplina puede aprender de la otra. Así que hoy Iván Morán nos va dar un completísimo repaso a la representación de la atmósfera en la Pintura y sus aplicaciones y técnicas en la Fotografía.
Siéntate, abre bien los ojos y la mente y disfruta de este paseo por un aspecto muy importante de la Fotografía, al que a veces se nos olvida prestarle la debida atención…
A partir de aquí te escribe mi amigo Iván…
LA ATMÓSFERA: EL AIRE VISIBLE. INTRODUCCIÓN.
El aire está presente en todas nuestras obras, invisible en la mayoría de las ocasiones, pero con gran impacto visual cuando se nos manifiesta a la vista.
Podemos pues definir la atmósfera en una fotografía, como la representación visible del espacio que contiene el aire englobado en nuestra escena. Polvo, agua, arena, vapor, nieve…serán estos y otros elementos los que aporten visibilidad a ese aire que de otra forma no percibiríamos. La revelación a nuestra vista de estos elementos contenidos en el aire, nos puede aportar tridimensionalidad, información sobre temperatura, color, densidad… así como experiencias sinestésicas que pueden hacer que una fotografía nos envuelva y nos lleve al lugar donde fue tomada.
El principal motivo de este texto es profundizar en el origen de esta representación del aire, principalmente en el arte que pienso siempre ha de ser referencia para el autor fotográfico, la Pintura. Son siglos de experiencia, de investigación, de innovación, de vidas enteras de personas dedicadas en cuerpo y alma a ella que no podemos pasar por alto.
Al fin y al cabo, nosotros somos “pintores” aunque usemos luz en lugar de óleos o acuarelas.
Veremos cómo, a través de los sucesivos movimientos pictóricos, la representación del aire que envuelve una determinada escena, o atmósfera, ha ido tomando importancia a lo largo de los siglos, desde que se obviaba hasta que ha llegado a ser incluso protagonista absoluto de una obra. Veremos pues, cómo la representación del aire surge de la necesidad de dotar de tridimensionalidad a una obra pintada en un soporte plano, hasta llegar a usarse para situarnos en ambientes donde mostrar el contenido del aire es básico para introducirnos en ellos.
“Otros pintores pintan un puente, una casa, un barco… Yo quiero pintar el aire que envuelve el puente, la casa, el barco; la belleza de la luz en la que se encuentran” (Claude Monet)
EDAD MEDIA: LA BIDIMENSIONALIDAD
Esta época y las anteriores, se caracterizan en pintura por la bidimensionalidad, no hay profundidad o tercera dimensión. La temática es básicamente religiosa, y la pintura es totalmente figurativa, con el dibujo muy marcado y motivos con colores vivos y saturados destacando fuertemente sobre el fondo, que suele ser plano y acromático, si bien en ciertos casos, sobre todo en la pintura Bizantina, los fondos se pintan de dorado.
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Virgen de Vladimir
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Este color dorado, al estar relacionado con la divinidad, con lo infinito, parece que puede ser la primera representación subjetiva de un “espacio”. No es ésta, por tanto, una época en la que la representación del aire sea una preocupación de los autores, con lo que no nos detendremos y sigamos avanzando en el tiempo.
EL RENACIMIENTO: LA NECESIDAD DE REPRESENTAR EL ESPACIO.
En esta época empieza a darse en pintura la separación de figura y fondo y, por tanto, comienza una imperiosa necesidad de plasmar en un soporte plano la tridimensionalidad del espacio. Detrás de las figuras, que siguen siendo mayoritariamente de temática religiosa, aparecen fondos de paisajes, de templos, de ciudades. Empiezan a representarse las escenas en un medio real y eso conlleva la necesidad de apreciar un espacio de tres dimensiones que hasta ahora se había obviado.
Se considera que fue
Giotto quien comenzó a pintar esta representación tridimensional en sus obras. Su objetivo no obstante, no era la representación del aire de la escena en sí -su atmósfera- que es el tema que nos ocupa, pero puso una primera piedra fundamental, poder representar el volumen que ocupa ese aire.
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Huida a Egipto – Giotto
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Se considera a
Giotto un precursor del Renacimiento, un nexo de unión entre el Arte de la Edad Media y el Renacimiento.
Es precisamente en la primera parte del Renacimiento, cuando coinciden la preocupación por la representación de la tercera dimensión espacial y, no por casualidad, las primeras teorías matemáticas sobre perspectiva, con lo que las obras de esta época ya no son planas sino que adquieren una marcada profundidad espacial.
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La Trinidad – Masaccio |
La Trinidad , de
Masaccio, es considerada
la primera obra donde se logra una perspectiva central coherente, tras varios intentos anteriores fallidos de otros autores.
Una vez conocida la forma de representar correctamente el espacio tras las figuras, nace a continuación una preocupación adicional, dotar de realismo a los paisajes, a los fondos. Ese espacio que aparece en los fondos contiene aire que contribuye en gran medida a dar naturalidad a la perspectiva tan “matemática” que se presentaba hasta entonces. No basta con que se aprecie que el fondo no es plano, tiene que ser realista.
Es
Leonardo Da Vinci quien empieza a pintar ese aire en sus obras y, sobre todo, su efecto sobre los elementos del paisaje dependiendo de su distancia respecto al observador.
Su “sfumato” es el origen que lo que él mismo llamó la perspectiva aérea .
La Virgen de las rocas y La Virgen del Huso – Leonardo Da Vinci
Este es el comienzo de la representación del aire, de la atmósfera en sí, de cómo la mayor densidad (él lo llamaba “grosor”) del aire más próximo a la tierra produce el desvanecimiento de los contornos, la desaturación de los colores y su tendencia al azul en la distancia.
Su escrito “
Tratado de la Pintura” es una auténtica joya y su capacidad de observación es maravillosa.
Leyéndolo se aprecia la preocupación de Leonardo porque las pinturas reflejen la realidad hasta límites obsesivos. Describe cómo ha de pintarse todo lo imaginable, pero en particular, muestra especial preocupación por la representación del aire que envuelve una escena y el contenido de ese aire.
Esto nos interesa…
Habla de pintar la niebla por encima de las espumas de la ola que se lleva el viento en una tempestad, el aire mezclado con el humo de la artillería en escenas bélicas, el aire iluminado, el polvo que levantan los caballos en la batalla… habla en definitiva de cómo pintar la atmósfera o aire contenido en determinada escena de la forma más realista posible.
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La última cena – Leonardo Da Vinci
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Su combinación de perspectiva matemática y aérea, como en el caso de “La última cena”, hace que sus obras tengan un realismo desconocido hasta entonces, viendo así, cómo la representación del espacio va evolucionando hacia el detalle, donde el contenido del aire o atmósfera cobra una importancia capital.
EL BARROCO, EL ESPACIO CON EL TONO.
En este periodo,
la representación del espacio y los volúmenes se produce más bien por gradaciones de tono, por el claroscuro. Caravaggio con su dominio del claroscuro (extremo en algunas obras que alcanzan el tenebrismo) es el máximo exponente de esta forma de representación del espacio.
Usan también la técnica del claroscuro
Rembrandt,
Velázquez o
Rubens, por citar algunos de los más conocidos. Nos ofrecen obras en las que, si bien la representación de la atmósfera no es una prioridad, sí lo es la de reproducir el espacio de la escena a través de el tono y el color, mezclado con una pérdida de definición de contornos y saturación en la distancia, herencia de la perspectiva aérea de Leonardo.
Veamos algunos ejemplos:
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Las Meninas – Diego Velázquez |
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Ronda de noche – Rembrandt |
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Muerte de la Virgen – Caravaggio |
A pesar de esta tendencia al claroscuro, el propio Rembrandt tiene obras de paisajes en los que la atmósfera sí que está representada y juega un papel fundamental en el impacto visual de las escenas sobre el espectador:
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Paisaje intempestuoso – Rembrandt |
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Tormenta en el mar de Galilea – Rembrandt |
EDAD CONTEMPORÁNEA: LA MANIFESTACIÓN DEL AIRE
Dentro de la Edad Contemporánea, podemos destacar dos movimientos pictóricos principalmente en cuanto a desarrollo e importancia de la atmósfera, Romanticismo e Impresionismo.
Los autores acumulan la experiencia y los conocimientos de siglos atrás y buscan ya, además de transmitir realismo, evolucionar y dotar a sus obras de cierta dosis de interpretación propia; pintan lo que ven y también lo que imaginan.
Los temas religiosos y divinos decrecen en interés y el autor empieza a emocionarse con la observación del medio que le rodea. Se pintan paisajes de montaña, marinas, fenómenos atmosféricos…lo que antes eran fondos para situar las figuras protagonistas, son ahora el propio sujeto de la obra.
La carga de interpretación personal del medio, hace que el uso del color, de la luz y de la propia realidad se vea en la mayoría de las ocasiones exagerada, con el principal objetivo de crear impacto visual sobre el espectador. El aire contenido en las escenas, su atmósfera, se vuelve en ocasiones cargado de agua, de vapores, de humo, de polvo….de todo aquello que tan bien definió cómo representar Leonardo en su Tratado de Pintura.
Era conocedor los paisajes de Rembrandt como los de las imágenes anteriores, de hecho se vio influenciado por ellos. Otra de sus referencias conocidas fue el francés
Claude de Lorraine, a quien se dice que le tuvo cierto afán de superación y del que tomó prestados ciertos detalles como el sol o las atmósferas que Turner tanto exageró.
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Paisaje con las tentaciones de San Antonio – Claude de Lorraine |
Se cuentan anécdotas sobre la obsesión de Turner por vivir de cerca esas atmósferas que representaba en sus pinturas. Su estilo, dentro del realismo, rozaba la abstracción a causa de su interpretación exagerada de la realidad.
Cuentan que se hacía atar a los mástiles de los barcos para vivir las tempestades en alta mar. Cuentan también que, en una diligencia, una chica observó cómo un hombre desaliñado y harapiento, sacó el cuerpo por la ventanilla en el furor de una tormenta, a lo que, al acabar, la chica le preguntó por qué lo hacía, siendo la respuesta del hombre que había presenciado “cosas nunca vistas”. Más tarde, en una exposición de Turner en Londres, la chica vio en un cuadro el cielo que había presenciado desde la diligencia; entendió entonces quién era aquel hombre de mal aspecto.
Son sólo anécdotas, pero nos hacen ver hasta qué punto era importante la atmósfera para este genio. Parece que quiera introducir en la pintura el miedo que generan en el espectador las tormentas a través de ese aire tan cargado de elementos
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Barco de vapor en puerto con tormenta de nieve – W. Turner |
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Anibal cruzando los Alpes con tormenta de nieve – W. Turner |
En esa línea trabajaba también
Caspar Fiedrich, alemán coetáneo a Turner, con quizá más tendencia a representar la espiritualidad de la naturaleza a través de su atmósfera de nieblas y cielos nocturnos, que la fuerza meteorológica que obsesionaba a Turner .
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Abadía en el robledal – Caspar Friedrich |
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Monje frente al mar – Caspar Friedrich |
El francés
Delacroix, pintó su “Libertad guiando al pueblo” con una atmósfera bélica que una vez más recuerda a las directrices que antes recogía de Leonardo.
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Libertad guiando al pueblo – Delacroix |
Albert Bierstadt, alemán criado en Estados Unidos, reprodujo en su serie de paisajes del oeste americano unas atmósferas también espectaculares, más realistas que los ejemplos anteriores, pero no menos impactantes.
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Tormenta de las montañas – Albert Bierstadt |
El norteamericano
Thomas Moran, también pintó paisajes de Estados Unidos y marinas con un estilo parecido al de Bierstadt y que en cierta manera puede recordarnos a los pintados por Turner aunque con menos carga de abstracción.
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Puesta de sol en el océano – Thomas Moran |
Estoy hablando de la atmósfera en exteriores, pero lógicamente en los interiores también existe aire cuya representación puede ser decisiva para aportarnos sensación de lugar. En esta época hay otro autor, español en este caso, que tiene obras con gran representatividad de la atmósfera en estos espacios. Hablo de
Francisco de Goya.
Sus obras de hospitales, templos y manicomios, contienen un aire cargado, denso, irrespirable. Claroscuro mezclado con perspectiva aérea , crean una atmósfera claramente visible y dan un valor añadido que nos llevan a penetrar en las escenas.
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El Manicomio – Francisco de Goya |
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Plaga Hospital – Francisco de Goya |
Podemos concluir diciendo que es en este movimiento pictórico donde más representación ha tenido la atmósfera.
La otra corriente pictórica, donde la reproducción del aire fue evidente es el Impresionismo, sobre todo en los paisajes de los autores que más rozaron la abstracción. Hemos visto cómo en el Romanticismo se mantuvo el realismo y el dibujo de la forma y cómo la introducción de la atmósfera en la pintura es aprovechada por los autores para dar cierta interpretación personal del medio.
En el Impresionismo la ruptura con el clasicismo existente es total.
Se pinta con luz y con color, los contornos y dibujos se desvanecen y lo que cuenta es la impresión, valga la repetición, de lo que el autor percibe en el paisaje que tiene frente sus ojos.
Esto es importante, los impresionistas eran mayoritariamente plenairistas, “au plein air”, pintaban al aire libre, en la propia escena, respiran el mismo aire que están pintando. Se pierde en cierta medida la perspectiva aérea de Leonardo, ya que al no haber contornos definidos en ningún plano, ni primero ni fondo, no podemos apreciar profundidad tridimensional por ese recurso.
Podemos decir que en este movimiento, el aire deja de cumplir definitivamente su función parcial de revelar un espacio tridimensional. En cambio, cobra todo su sentido como representación de la atmósfera existente en la escena. El aire visible, pasa a significar humedad, temperatura, color, luz….No buscaban fidelidad con la realidad en sus pinturas, buscaban transmitir sensaciones, llevar al espectador sus propias experiencias sensitivas al pintar.
Se da la circunstancia de que este movimiento coincide en el tiempo con los primeros pasos de la fotografía y comparte además con ella el hecho de trabajar al aire libre.
El inicio de este movimiento, como es sabido, es la obra de
Claude Monet llamada ‘Impresión, sol naciente’, si bien autores como Camile Corot o el mismísimo William Turner ya dieron pasos en esta dirección.
Quizá es el propio Monet, dentro ya del movimiento impresionista, quien más se preocupó por pintar el aire, como vimos en su cita al principio de este artículo.
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Impresión, sol naciente – C. Monet |
Otro ejemplo del mismo pintor donde el aire es casi respirable, es ‘El Parlamento de Londres’. Decía antes que a través de la representación del aire podemos llegar sentir temperatura, color, humedad, etc…y en este ejemplo, al que Monet le dedicó una serie, podemos verlo claramente:
El Parlamento de Londres – C. Monet
Los movimientos pictóricos posteriores, aunque han tenido una clara influencia en la fotografía como pueden ser el Simbolismo, Fauvismo, Cubismo, Surrealismo y otros muchos, quizá se alejan de la importancia del aire centrándose en otros conceptos.
Así pues, hemos visto hasta aquí el origen de la representación de la atmósfera y su evolución a través de los movimientos de la Pintura que han supuesto puntos de inflexión en cuanto su tratamiento.
LA ATMÓSFERA EN FOTOGRAFÍA. LA INTERPRETACIÓN DEL AIRE
Es evidente, pero la fotografía es realista de por sí. Es decir, ya contiene perspectiva, ya contiene al aire. Si hay perspectiva aérea, por ejemplo, aparecerá representada en nuestras imágenes. Con esto quiero decir que todo lo que Leonardo se esforzó en explicar cómo se representaba con realismo, ya sale plasmado en nuestras fotografías con sólo presionar nuestro disparador siempre que esté presente en nuestra escena.
Para lo que ha de valernos todo lo visto hasta ahora es para entender cómo afecta la figura del aire y su contenido a la percepción de una imagen por parte del espectador y cómo ganar en impacto visual y sensitivo.
Una determinada atmósfera en un paisaje aporta a nuestras fotografías, además, una fuerte carga de momento. No un momento entendido como el
“Instante decisivo” de Cartier Bresson, no un momento referido a un espacio de tiempo tan corto e irrepetible. Más bien me refiero a la idea de captar momentos atmosféricos límites dentro de los ciclos estacionales.
Es decir, aprovechando las ocasiones en las que el aire pueda tener más densidad: grandes temporales marítimos de invierno, nevadas copiosas, tormentas de arena, grandes precipitaciones de lluvia…Momentos que, sin ser instantes en el tiempo, representan picos de estado, estados límite. La Teoría de los Edges, de
Niall Benvie, puede ayudarnos a entender esto a través del impacto visual que se logra al fotografiar estados límite del tiempo, del espacio, etc. El libro
‘Fotografiar con mal tiempo, un buen momento’, de Eduardo Blanco Mendizábal, puede inspirarnos y ayudarnos también a encontrar esos momentos.
Hemos estado hablando hasta ahora de pintura, de referencias pictóricas y toca hablar ya de nuestro arte, la Fotografía.
En general, podemos optar por dos maneras de representar las atmósferas que nos encontramos.
O bien optamos por una versión realista de las mismas o bien podemos dar nuestra propia interpretación de ellas, como hicieron románticos e impresionistas. Dentro de esta última opción podemos, mediante diferentes parámetros en cámara o técnicas fotográficas, llegar incluso a potenciar o a modificar la atmósfera que se nos presenta.
Por ejemplo, si tomamos como muestra las pinturas del parlamento de Londres de Monet, vistas anteriormente, podemos entender fácilmente cómo hacerlo. En nuestras cámaras digitales, podemos variar el equilibrio de blancos, de manera que la interpretación personal entra en juego y podemos transformar la temperatura del color de la luz a nuestro antojo o interpretación. Podemos representar una misma escena con un aire cálido y confortable o bien frío, húmedo y misterioso. Podríamos hacer una fotografía de un paisaje con la calidez de un atardecer o con un frío de niebla, con sólo variar ese parámetro.
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Atmósferas de la Ría – Iván Morán G-R |
En el segundo caso además, he añadido niebla mediante vaho en el objetivo para potenciar la densidad del aire y añadir la sensación de humedad y frío propias de la niebla. Una exageración e interpretación de la realidad propia de los pintores románticos como vimos en ejemplos anteriores.
Por supuesto hay casos en los que tendremos niebla de forma natural y , en contra de lo que algunos fotógrafos creen, es un momento de gran impacto visual para hacer fotografías y lograr resultados diferentes.
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Rey de Picos – Iván Morán G-R |
Si recordamos la perspectiva aérea de Leonardo, y la unimos a una atmósfera vaporosa de niebla y nubes, podemos lograr imágenes con gran profundidad
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Allá en el cielo como en la Tierra – Iván Morán G-R |
Los cielos de Turner, Bierstadt, Thomas Moran o Friedrich, pueden inspirarnos a salir a buscar fotografías con una atmósfera tormentosa de alto impacto visual.
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Vuelo de luz – Iván Morán G-R |
También los bosques en valles con ríos son lugares propensos a la condensación del aire por humedad y pueden ofrecernos buenos escenarios para lograr fotografías con atmósfera húmeda y vaporosa.
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Espíritu de otoño – Iván Morán G-R |
Por supuesto, como vimos en pintura, no es sólo la niebla o las nubes quien nos puede aportar atmósfera en una fotografía. Vimos cómo la manera de representar el aire que envuelve una escena se hace, básicamente, reproduciendo su contenido, es decir, cualquier partícula visible que esté contenida en el aire.
La propia lluvia o la nieve en días de precipitaciones intensas, se mezclan con el aire y la luz creando atmósferas que también nos proporcionan imágenes con una carga aérea importante y sitúan al espectador en la escena.
Veamos dos ejemplos:
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Soledad acompañada– Iván Morán G-R |
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Adaptación – Iván Morán G-R |
Hablada Leonardo en su Tratado de Pintura, de representar las espumas de la ola que se lleva el viento en una tempestad, algo que podremos captar fácilmente en días de temporal e introducir ese aire húmedo y salado en nuestra fotografía
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Helena, el viento – Iván Morán G-R |
En un medio totalmente opuesto, el desierto, una tormenta de arena carga el aire de este elemento y lo hace visible con una atmósfera cálida y seca.
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Fotografía de José Benito Ruiz
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Todas estas atmósferas fotografiadas son reales, se ha ido a buscar esos contenidos del aire en las escenas con el fin último de intentar lograr situar a espectador dentro del medio donde fueron tomadas y que éste pueda “sentir” el frío, la humedad, el calor, la sequedad…..en definitiva, que pueda sentir algo parecido a lo que sentiría estando realmente en la propia escena.
Existe no obstante, la posibilidad de crear atmósferas a medida mediante diferentes técnicas.
- Vaho en las lentes del objetivo (como vimos en el ejemplo de la Ría):
El efecto principal es aplicar un efecto niebla, con todo lo que eso conlleva. Aire denso, cargado de humedad y falta de nitidez en los contornos.
- Vaselina:Se busca un efecto de desdibujado de contornos y formas, lo que podemos interpretar como un aire denso que nos impida una visión nítida de la escena. La aplicaremos sobre un filtro circular tipo UV roscado al objetivo o, mucho mejor, sobre un cristal transparente rectangular que se adapte a nuestro portafiltros. Tanto esta técnica como la del vaho, están perfectamente desarrolladas en el artículo sobre La niebla a medida de José Benito Ruiz que puedes leer aquí AQUÍ.
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Littorea – Iván Morán G-R. (Uso de vaselina) |
Estas técnicas y otras que no se citan aquí persiguen en la mayoría de los casos efectos muy parecidos a los que obtenemos con una niebla real, o tal vez difuminados de figuras como el caso de la vaselina. Pero hemos visto en los ejemplos anteriores que hay muchas más formas de captar atmósferas que la niebla -por más que ésta sea la más evidente- como pueden ser la lluvia, la nieve, el humo, la arena, etc…
CONCLUSIÓN
Con este texto he tratado de dar un repaso al origen de la representación del aire en la pintura, a cómo surgió la necesidad hacerlo y a cómo su evolución ha dado paso a un tipo de obras mucho más sensitivas e impactantes.
La pintura es, en mi opinión, una enorme fuente de inspiración y de conocimiento que nos puede ayudar a mejorar nuestras fotografías. Continuamente estamos viendo efectos pictóricos en las obras de grandes fotógrafos clásicos y actuales. Fotografías con estéticas inspiradas en el impresionismo, el simbolismo, el expresionismo abstracto, paisajes románticos….corrientes pictóricas que influyen de forma decisiva sobre la creatividad de estos fotógrafos.
El tratamiento del color, las iluminaciones, la calidad de la luz….todos estos términos que nos son tan familiares a los fotógrafos, tienen sus réplicas en pintura con vidas enteras de autores dedicadas al desarrollo de cada apartado, con aportes fundamentales que debemos conocer para aplicarlos en nuestras obras.
Aquí se ha tratado particularmente la representación de las atmósferas a través del contenido del aire. Hemos visto cómo lo hacían los grandes Maestros, extrayendo de sus trabajos las píldoras necesarias para que su experiencia y su modo de abordar este elemento pueda ayudarnos a introducir al espectador en nuestros escenarios o, en el mejor de los casos, en nuestra interpretación de los mismos como los grandes románticos lograron hacer con quienes les admiramos.