Publicado en Photolari el 11-9-2019:
Este viaje es un proyecto de tres amantes de la fotografía de espacios abandonados que desde hace años disfrutamos de esta disciplina por toda la península. Al final conocíamos la gran mayoría de lugares abandonados, y poco a poco íbamos perdiendo la motivación. Necesitábamos un chute de adrenalina.
Cuando surgió la idea de ir a Pripyat, la ciudad abandonada de Chernobyl (Ucrania) donde vivían los trabajadores de la central, no lo pensamos mucho. Es cierto que al principio tuvimos ciertos recelos por la exposición a la radiación constante que hay en la zona, pero tras informarnos despejamos todas las dudas.
Para nosotros viajar a Pripyat significaba de alguna manera ir al paraíso de los fotógrafos de espacios abandonados, pero sin olvidar nunca que aquello es el resultado de una catástrofe nuclear que causó un gran sufrimiento.
Contactamos con una agencia de turismo que organiza salidas a la ciudad y les advertimos andábamos buscando la típica visita de turistas. Así que acordamos con ellos que nuestro viaje sería exclusivamente fotográfico, y que estaríamos es cada lugar el tiempo fuera necesario dentro de todas las restricciones que te imponen cuando entras en un lugar controlado y custodiado por militares.
Una vez ahí nos impresionó absolutamente todo. Los controles que teníamos que pasar, la inmensidad del lugar, el silencio absoluto que lo inunda todo y la fuerza imparable de la naturaleza, que se está apoderando de toda la ciudad.
Pripyat era, a su manera, una ciudad muy avanzada con muchos servicios y equipamientos. Tenía escuelas, guarderías, clínica dental, hospitales, puesto de policía y bomberos, campamentos de verano, campo de fútbol y todo tipo de zonas recreativas.
Con estas fotografías hemos intentado expresar y transmitir la contundencia del drama que supuso la explosión de la central nuclear de Chernobyl, y también la belleza de esa vida en forma de naturaleza salvaje que ha vuelto a resurgir pasados los años.
Los tres locos que fuimos utilizamos equipos fotográficos muy diferentes: Miquel Àngel Pérez trabaja con película blanco y negro, se llevó su Hasselblad 6×6 con un gran angular. Todo lo ha revelado y positivado él mismo empleando una técnica especial para conseguir ese acabado tan característico.
Quim Tomás trabaja con una Fujifilm X-T2 y varios objetivos, pero sobre todo usó el Fujinon XF 10-24 mm f4. Su proyecto fotográfico se caracteriza por un color con un toque desaturado.
Álex von Podolsky, por su parte, trabaja con cámaras réflex. Se llevó una Nikon D750 con un Sigma Art 12-24 mm, y tras mucho dudar entre blanco y negro y color finalmente presenta sus imágenes en color.
Este proyecto fotográfico se podrá disfrutar en una exposición colectiva en la Galería Ilmondo de Barcelona (Calle Calabria, 178) que se inaugura el 13 de septiembre a partir de las 19:30, y estará abierta al público hasta el 15 de noviembre.»